27 septiembre 2008

El Observador y la Objetividad


EL OBSERVADOR

(versión resumida de http://www.cfg.uchile.cl)

Experimento de Sperry
Se puede tomar un renacuajo o larva de salamandra y, con pulso de drujano, cortar el borde del ojo - respetando su nervio óptico - y rotarlo en 180 grados. Al animal así operado, se lo deja completar su desarrollo larval y metamorfosis hasta convertirse en adulto. Tomamos ahora nuestra salamandra - experimento y le mostramos un gusano cuidando de cubrir su ojo rotado.

La lengua sale y vemos que hace un blanco perfecto. Ahora repetimos el experimento, esta vez cubriendo el ojo normal. En este caso vemos que el animal tira la lengua con una desviación exacta de 180 grados. Es decir, si la presa está abajo y al frente del animal, como sus ojos miran un poco hacia el lado, éste gira y tira la lengua a lo que era atrás y arriba. Cada vez que repetimos la prueba comete el mismo tipo de error, se desvía en 180 grados, y es inútil insistir: el animal con el ojo rotado nunca cambia este nuevo modo de lanzar la lengua con una desviación respecto de la posición de la presa igual a la rotación impuesta por el experimentador. El animal lanza su lengua como si la zona de la retina donde se forma la imagen de la presa estuviese en su posición normal.

Este experimento revela de una manera muy dramática que para el animal no existe, como para el observador que lo estudia, el arriba o el abajo, el adelante o el atrás referidos al mundo exterior a él. Lo que hay es una correlación interna entre el lugar donde la retina recibe una perturbación determinada, y las contracciones musculares que mueven la lengua, la boca, el cuello y en último término todo el cuerpo del sapo.

En un animal con el ojo rotado, al poner la presa abajo y adelante, hacemos caer una perturbación visual arriba y atrás, en la zona de la retina que habitualmente está ubicada adelante y abajo. Para el sistema nervioso del sapo esto desencadena una correlación senso-motora entre posición de la retina y movimiento de la lengua y no una computación sobre un mapa del mundo como podría parecer razonable para un observador.

Este experimento, como muchos otros que se han realizado desde los años 50, puede ser visto como evidencia directa de que el operar del sistema nervioso es expresión de su conectividad o estructura de conexiones, y que la conducta surge según el modo cómo se establecen en él sus relaciones de actividad internas. Pero vamos a volver sobre esto más explícitamente.

Queremos ahora llamar la atención del lector sobre la dimensión de plasticidad estructural que la presencia del sistema nervioso introduce en el organismo; esto es de como para cada organismo su historia de interacciones resulta en un camino específico de cambios estructurales, que constituye una historia particular de transformación de una estructura inicial, en la que el sistema nervioso participa ampliando el dominio de estados posibles.

Como segunda situación imaginemos a un sujeto que ha vivido toda su vida en un submarino y que, no habiendo jamás salido de él, ha recibido un entrenamiento perfecto de cómo manejarlo. Ahora, nosotros estamos en la playa y vemos que el submarino se acerca y emerge gracilmente a la superficie. Entonces tomamos la radio y decimos al piloto al interior: "Felicitaciones, has evitado los escollos y emergido con gran elegancia; las maniobras del submarino te resultaron perfectas". Nuestro amigo al interior, sin embargo, se desconcierta: "¿Qué es eso de escollos y de emerger?, todo lo que yo hice fue mover palancas y girar perillas y establecer ciertas relaciones entre indicadores al accionar las palancas y las perillas, en una secuencia prescrita de acuerdo a mi modo acostumbrado. Yo no he realizado maniobra alguna y que además, me hables de un submarino me parece una burla".

El experimento de Roger Sperry en que rota 180º el ojo de una Salamandra, muestra que el sistema nervioso opera como una red cerrada de cambios relaciones de actividad en sus componentes neuronales. Lo que ocurre es que el sistema nervioso se intersecta con el organismo en sus superficies sensoras y efectoras, de modo que su actividad cerrada en si mismo resultan correlaciones sensoefectoras del organismo que para un observador externo aparecen como conductas. En estas circunstancias la efectividad conductual normal de un organismo resulta de que este se encuentra normalmente en un medio que le es congruente.

La situación del submarino es comparable a la del organismo con sistema nervioso, ya que el capitán al operar con los controles del submarino genere en este una dinámica interna que resulta en un flujo de correlaciones entre los sensores y efectores del submarino que para un observador externo aparecen como su conducta de navegación en el mar.

En ambos casos la efectividad conductual depende de la congruencia estructural del sistema (organismo o submarino) con la circunstancia relacional en que en el caso de la salamandra o sapo esa concruencia estructural es producto de una historia evolutiva y en el caso del submarino es producto del diseño.

En la vida cotidiana nos movemos de uno a otro según nuestra emoción: si nos interesa que otro o la otra haga lo que queremos que haga somos objetivos realistas.
Si lo que nos interesa es la compañía el hacer en el otro o la otra, lo que queremos hacer juntos. No somos objetivos ni realistas y actuamos en el entendido de que nos somos dueños de la verdad.
La ontología del Observador pertenece al dominio de la Ontología Constitutiva.

¿De qué forma lo anterior coloca en entredicho el concepto de Objetividad propio del Paradigma Positivista?

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